En el tren a Bundi conocimos a Ratneshi Kumar y Sunny, dos indios que se sentaban en frente de nosotros. Ratneshi es un señor de mediana edad al que le encanta viajar y su primer ministro, Modi. Sus sueños son pasar la noche en un iglú y atravesar el Sahara en camello. Creo que nunca ha salido de la India y a su mujer le horroriza salir de casa, así que no sabe si algún día podrá cumplir sus sueños. Admira a Modi como si de dios se tratase, creo que si se lo pidieran daría la vida por él. Le parece que es la persona más inteligente, culta y buena del mundo, además le atribuye poderes sobrenaturales. Sunny, por otro lado, es un chico joven, padre de un niño de dos años. Vive en Delhi, pero viaja cada 20 días debido a la empresa de su familia, dedicada al mármol. Nos contaron cosas muy interesantes, sobre todo relacionadas al matrimonio. Prácticamente todos los matrimonios son concertados, los padres necesitan organizar la boda y elegir a los pretendientes. Según ellos en la India hoy en día hay dos tipos de matrimonios concertados: “love comes marriage” y “marriage comes love”. El primero vendría a ser el menos común, 15%. En este matrimonio los hijos solicitan casarse con la persona de la que están enamorados y, si los padres acceden, éstos conciertan el matrimonio. En el segundo, los padres buscan un pretendiente cuando sus hijos están en edad de casarse y los novios, muchas veces, no se conocen hasta el día de la boda. Este es el más común, 85%. En estos días es más frecuente que los padres pidan opinión y al menos enseñen fotos de varios pretendientes y te dejen elegir. Debido a las escrituras de Ganesha, los indios no deben casarse al menos hasta los dieciocho años. Ahora no se empieza a concertar el matrimonio hasta que los hijos tienen entre 23 y 26 años, aunque hay excepciones. Cuando hablamos de concertar un matrimonio y casarse estamos hablando de un proceso muy rápido. Todo ocurre en un par de meses. Según Sunny y Ratneshi, los “marriage comes love” son matrimonios mucho más felices y exitosos. Dicen que al principio si te casas con alguien a quien no conoces las expectativas son muy bajas y todo lo que sucede después te hace muy feliz y acabas queriendo a la otra persona muchísimo. Por otro lado, en los “love comes marriage” los novios tienen unas expectativas que muchas veces después de casarse no se ajustan a lo esperado del rol de esposo y esposa, lo que conlleva a un matrimonio infeliz. Ninguno tuvo la oportunidad de conocer a sus esposas antes de casarse y de verdad aprecian que así fuera como pasó todo.
Existe, también, lo que ellos llamaban “love marriage”, en el que los novios se casan sin la aprobación de los padres. Aunque es legal, no está socialmente aceptado y, en la religión hindú, no cuenta como matrimonio. El porcentaje de estos en la India es mínimo.
Tras hablar largo y tendido llegamos a Bundi. Una vez allí, tomamos un tuk-tuk a nuestro hotel, Uma Megh Haveli. La habitación era amplia, tenía vistas muy bonitas al lago y el baño tenía agua caliente, además nos trataron muy bien, pero aun así no recomendaría esta guest house, porque la habitación tenía muchísima humedad y si no ponías el ventilador se quedaba un ambiente enrarecido. La habitación doble que cogimos era de unas 600 rupias. Como llegábamos de noche, la reservamos por internet y no hubo oportunidad de regatear.
Nuestra habitación
Uma Megh Haveli
Pasamos la noche durmiendo como lirones y nos despertamos temprano para contemplar como el sol baña el lago y la ciudad se despierta. Lo primero que hacemos es dirigirnos al palacio. En la pequeña ciudad de bundi la entrada al palacio y al fuerte es la misma ya que desde el palacio se accede al fuerte.
Vistas del palacio y fuerte
Lago Nawal Sagar
La verdad es que los precios del palacio y el fuerte nos parecen un poco caros, son 100 por persona y 50 por cámara para cada uno, lo que suma un total de 500 rupias entre los dos. Nos parece caro porque ambos, palacio y fuerte, están en ruinas, así que no tengo ni idea de para qué usarán el dinero.
¡Primera cuesta!
El palacio está muy bien y puedes perderte por donde quieras y husmear, hay monos y monitos, los nuevos habitantes del palacio. Hay que tener especial cuidado con la altura de las puertas Alberto acabó golpeándose la cabeza unas diez mil veces y se pilló un cabreo muy grande con la gente bajita. Pese a estar en ruinas es un palacio muy bonito y al compararlo con Udaipur y utilizar tu imaginación puedes hacerte una buena idea de cómo debió ser este palacio en su época de esplendor. Estoy muy contenta de haber visto estos dos palacios en este orden.
Monos subiendo al palacio
Mona y monito
Más monos haciendo el mono
Entrada a palacio
Bundi desde el palacio
Más palacio
Sala elefantástica
Patio de palacio
Al continuar el ascenso, (sí, el palacio, así como el fuerte, están construidos en cuesta, bastante empinada), descubrimos una segunda parte del palacio, que no está comunicada con el resto: los aposentos y jardines de la reina. El maharajá tenía varias esposas, y cada semana una de ellas tenía acceso a esta parte del palacio, por lo general prohibida a los hombres. Se trata de un jardincito con varias habitaciones en las que las pinturas están bastante bien conservadas. Hay que abrir unas rejas para entrar, ya que estas están puestas para prevenir la entrada de los monos. Un señor mayor muy simpático se ofreció como guía y nos contó las historias de todas y cada una de las pinturas, de no ser por él nos hubiéramos perdido una de las cosas de Bundi que más nos gustó.
Jardines de la maharaní
Aposentos de la reina
Una de las pinturas. Nótese que la reina (a la izquierda) está borracha y la tienen que sujetar
El señor nos animó a darnos un beso frente a la alcoba real
Luego iniciamos el cansado y agotador ascenso al fuerte. Eran las nueve y media de la mañana y parecían las doce, hacía un calor abrasador. Recomendamos encarecidamente que llevéis agua si pretendéis subir al fuerte. Justo al principio nos encontramos a un turista agotadísimo con un palo grueso de madera, que nos dice “there are a lot of monkeys up there, take this, you may need it” y nos da el palo. Alberto entendió “is dangerous to go alone, take this”.
Subimos palo en mano y vemos mogollón de monos y monitos, sentados, jugando, en los árboles, quitándose piojos… Si me adelanto se me acercan, pero al ver el palo de Alberto deciden guardar distancia. Tras más y más subida llegamos al principio de las construcciones del fuerte. La naturaleza (y los monos), se han adueñado de todo y tienes que hacerte sitio entre las ramas, los árboles y las ruinas para subir o bajar escaleras, entrar en habitaciones o golpearte con puertas. Hay varios havelis que creemos que usaban para almacenar agua, el nivel de agua estaba bastante bajo. Y los monos se sientan alrededor, aprovechando el frescor. La zona del fuerte es tan amplia y tan poco fortificada que nuestra teoría es que se curraron las cuestas para que nadie con una armadura cutre fuera capaz de subir y mientras, los aldeanos hacían vida normal en lo que ellos llamaban fuerte que es como un conjunto de casas y otro palacio, con mucho terreno para cultivar si fuere menester.
Monos en el camino
Cazando pulgas
Monos al acecho
Palacio desde el fuerte
Bundi desde lo alto
Fuerte comido por la naturaleza
Cuando nos cansamos de perdernos y nos entró hambre, decidimos bajar y nos percatamos de que las piedras que forman las cuestas son resbaladizas, con un 100% de seguridad el fuerte no se puede acceder o abandonar si llueve. Dos años después llegamos abajo deshidratados y emprendemos la búsqueda del Lakha restaurant, al que internet pone por los cielos. Gracias a la imprecisión de Google, tres horas más tarde descubrimos que estábamos buscando donde no debíamos. En esas tres horas atravesamos el mercado, Indra Market, varias veces. Es un mercado lleno de cosas, muy interesante, y probablemente mucho más interesante si no estuviéramos destrozados por el cansancio, el calor y el constante beep de los coches. Había todo lo que uno pueda desear y más, muy recomendable para días más fresquitos y menos bulliciosos. No sé si ese tipo de días existe en Bundi, desde luego el mercado estaba a rebosar de gente. Hay que destacar las numerosas tiendas de instrumentos musicales de la ciudad, obviamente para locales, y las numerosísimas joyerías, en las que los clientes y vendedores se tumban en colchones y cojines blancos para mirar joyas, mayoritariamente de plata.
Cuando nos damos por vencidos, de regreso al fuerte encontramos el Lakha restaurant, cerrado. La dueña está sentada en uno de los escalones de la entrada y dice que hoy no van a abrir debido a problemas de cambio por el asunto de los billetes de 500 y 1000 rupias. Nos dirigimos al Energy café que ella nos recomienda.
¡Están rodando una peli de Bollywood! La gente rodea a las cámaras y se agolpa sin pudor
Templo en medio de Bundi
El local es agradable y fresquito, con muy buen ambiente. Pedimos mucha comida, ya que no comemos desde que comimos con Jose, y nos decepciona un poco. Tarda mucho en preparar la comida, y todo es muy aceitoso.
Nos tiramos en la terraza descansando un rato, ya que un lugareño nos disuadió de seguir con nuestro plan. En teoría planeábamos alquilar una moto (suele costar 500 rupias más la gasolina) y conducir 40 km hasta unas cascadas grandes en las que te puedes bañar. Según esta persona, la carretera que accede a las cascadas no es muy amable y además hay que aparcar la moto en una zona y subir el resto andando, y en ese tiempo muchas motos desaparecen. Por lo visto, la gente sabe que se aparcan ahí las motos y roban bastante, riesgo que no quieres correr con una moto alquilada.
Krishna Chai Shop, según internet el mejor Chai de la India, también está cerrado, así que pasamos el resto del día en otra terracita hablando y mirando el lago, lejos de los continuos pitidos y el ajetreo de la calle. Nuestra siguiente parada es Pushkar y el tren no sale hasta medianoche.
Me encantan las ruinas !!! Lo que los monos ya no me hacen tanta gracia,menos mal que os dieron EL PALO. Jajajajaja