Como cabía esperar dados los acontecimientos anteriores, nos levantamos bastante tarde. Paseamos por el Bazar Principal entrando en cada una de las tiendas y comprando souvenirs, especias, tés y demás para nuestro regreso a casa. Evitando a las señoras que piden con niños, bebés y no tan bebés que probablemente tienen drogados. No les deis dinero. NUNCA. Sólo potenciáis que utilicen a los peques para estos fines.
Lo pasamos muy bien de tranquileo, asegurándonos de no gastar más rupias de las que necesitaríamos al día siguiente para comer y nuestra visita al templo del Loto.
Durante este día, Ana se fue encontrando cada vez peor. Lo que empezó con un dolor de cabeza evolucionó a más dolor y mocos con alguna que otra tos.
A media tarde comimos en un establecimiento del lugar, y aunque estuvo bien no nos impresionó.
Por la noche decidimos ir a nuestro bar favorito de nuevo, donde no había tanta gente como el día anterior. Nuestro camarero simpático, aprovechó para chapurrear más en inglés con nosotros y hacerse fotos para su Facebook, el cual nos enseñó muy orgulloso.
Nos fuimos a dormir no muy tarde, puesto que el día siguiente era nuestro último día en Delhi y nuestro avión salía por la noche.
A la mañana siguiente Ana tenía un poco de fiebre y se había pasado tosiendo casi toda la noche. Los síntomas continuaron durante todo el día.
Preparamos las maletas y las dejamos en recepción antes de salir por la mañana. También les regalamos el vino de Taran, ya que nosotros no solemos beber vino.
Realizamos compras de última hora y nos dirigimos con tiempo suficiente al templo de Loto después de comer. El templo está bastante lejos, por lo que no se puede ir a pie, se tardaría unas tres horas a buen ritmo. El plan era ver el templo con la luz del atardecer, pero no queríamos que nos lo cerrasen.
Fue una buena estrategia, cuando llegamos después de nuestra combinación de tren y bus, había muchos autobuses turísticos marchándose del lugar y no había mucha cola para entrar. Pasamos poco menos de una hora en el templo. Tiempo suficiente para ver los jardines y el templo antes de que los guardias encargados de cerrar nos echasen.
El templo de Loto pertenece a la religión Bahá’í. Esta religión promueve la práctica de todas las religiones, por lo cual sus templos son lugares de reunión, plegaria y reflexión para cualquier persona religiosa independientemente de su religión.
Esta bellísima construcción es bastante reciente, 1986, y se caracteriza for su forma de flor de loto compuesta por 27 pétalos cubiertos de mármol, organizados en tres secciones. Tiene nueve entradas que llevan al lugar de oración, con capacidad para 2500 personas. Dicho lugar es a la vez simple y majestuoso, tiene bancos de madera, y como ornamentación únicamente una alfombra en el lugar donde se espera que de oración el líder religioso.
De vuelta al autobús, vimos un supermercado indio muy moderno, como un Mercadona nuestro. Aprovechamos para comprar, pañuelos, galletas y ¡lassi en brick!
Al llegar de vuelta a la zona del bazar no teníamos mucho tiempo, ni muchas rupias. Así que recogimos el equipaje y con el dinero que nos quedaba nos compramos nuestro primer coco para beber y momos de la India justo al lado del metro. Los momos, son una especie de mini pastelillos hechos al vapor, más típicos de regiones norte como el Tíbet. Es una pena que no los descubriéramos antes, porque están deliciosos. Probablemente sólo los vimos en Delhi porque fue lo mas noro-este que visitamos.
En el aeropuerto, Ana tenía más fiebre y tos incontrolable. Por suerte, había una farmacia abierta con un farmacéutico que hablaba perfecto inglés. Le dijo que probablemente era una reacción alérgica debido a la contaminación de Delhi. Nos vendió unos antihistamínicos que fueron mano de santo. A la hora, Ana no vovió a toser ni a tener fiebre. Ya sabéis: si vais a Delhi más de dos días, llevaos antihistamínicos.
Nos encantó la India. Nos hemos quedado con ganas de ver más, especialmente el norte, Amritsar al oeste y las zonas cercanas a Nepal al este. Volveremos, aunque probablemente con móvil, que quieras o no proporciona varias ventajas, sobre todo en un país donde se espera que tengas un número Indio para cosas como acceder al WIFI de un restaurante o consultar el estado de los trenes.