Espectáculo de color y primeras impresiones

A eso de las seis de la mañana, campanas, tambores y cantos nos despiertan. Duran una hora y media o así. Al mirar por la ventana, vemos una especie de procesión de monjes o algo, pero estamos muy cansados como para averiguar de que se trata. A las ocho y media o así, nos levantamos para ir al punto de encuentro de las diez de la mañana.

Nuestro hotel está en uno de los islotes del delta del río. Él único modo de llegar al centro de la ciudad es por tres puentes, el puente de la luz (que está a 50 m de nuestro hotel), el puente por donde van los coches (que está a 550 m) y otro puente que está mucho más lejos. Justamente hoy se pusieron a reparar el puente de la luz, lo que convertía nuestro trayecto de 3 minutos en uno de 15.

El calor era abrasador, se ve que a las nueve de la mañana es cuando el sol pega aquí. Deseando un soplo de aire, llegamos al restaurante donde es la reunión. Tienen cuatro ventiladores y todas las ventanas y puertas abiertas, pero al menos hay sombra. Nos sentamos y desayunamos, esta vez la comida es más occidental que de costumbre.

Una vez concluida la reunión de las diez, nos dirigimos al legendario Art Space. Dicen las lenguas que es un lugar que tiene ventanas y puertas cerradas y aire acondicionado. Media hora más tarde y tras perdernos, somos los primeros en llegar. Los nómadas de Expensify van llegando lentamente y tomamos posesión del lugar, que es carísimo.

La mañana pasa rápidamente y nos dirigimos a hacer un descanso para comer. Hoy nos daremos el capricho de ir a un restaurante de «lujo», porque tiene aire acondicionado y hace mucho calor. Todo estaba muy rico: rollitos, wontons y pescado.

La tarde transcurre tranquilamente, en el Art Space. Una vez concluye la jornada laboral,  llevamos la ropa a una lavandería, y nos paseamos por las calles, el mercado de comida, y la ribera.

Por la noche, cenamos en el hotel de lujo de unos compañeros de Alberto, que poco tiene que ver con nuestra guest house. La comida no nos dice nada de nada. Después de cenar, volvemos a nuestra pequeña pero acogedora habitación sin mosquitos. A muchos compañeros de Alberto no dejan de picarles los mosquitos desde que han llegado, y dos de sus compañeros están en el hospital con denge debido a algunas picaduras de Hanoi.

La ciudad es muy bonita, llena de lamparas que se encienden al anochecer. Se empieza a llenar de turistas por la calle a eso de las tres, ya que por la mañana hace un calor espantoso. Con la caída de la noche, los locales abordan a los turistas ofreciéndoles «bow rie», «bot ri» y similares. Lo que ofrecen es un paseo en barquita por el río, a la luz de las lámparas, «boat ride».

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Puesto que hoy tenemos poco contenido, vamos a aprovechar esta oportunidad para comparar Vietnam con los otros países asiáticos en los que hemos estado, Japón y la India.

Nosotros definiríamos Vietnam como el término medio. La gente no te asalta intentando venderte cosas como en la India. Incluso los vendedores de paseos en barquita de Hội An, te dejan tranquilo si les dices «no, thank you!». De hecho muchos vendedores están a su bola mirando el móvil, y no dicen nada a menos que preguntes.

Además es mucho más seguro de lo que creíamos, todavía no nos han robado nada, ni nos han intentado estafar. No creemos que sea tan seguro como en Japón, que si te dejas el bolso o les pagas de más te persiguen para devolvértelo, pero desde luego no se aprovechan como en la India. A veces te miran un poco mal si no quieres algo, como en la India, pero es mucho más light. Pese a esto, la India y Japón nos gustan más que Vietnam.

Parece ser que hace 12 años, Vietnam era más como la India, pero se han apaciguado. Aún así, tienes que regatear. Como nos explicó Mango, en Vietnam hay varios precios:

  • El precio que se ve: este es el precio que puedes ver en un cartel desde la calle. Según Mango, es un precio bastante justo y normalmente no se podrá regatear.
  • El precio oculto: este es el precio que aparece en una pegatina cuando examinas el objeto que quieres comprar. Según Mango, es un precio entre el vendedor y el examinador, nadie más lo ve, y por eso se puede regatear.  Normalmente se puede rebajar entre un 20 y un 30%.
  • El precio inexistente: este precio no está marcado en ningún sitio. El vendedor te da este precio según como te vea. Según Mango, este precio se puede rebajar un 50%.

Para cualquier técnica de regateo, lo mejor es ir en pareja. La chica o la persona que parezca más afable tiene que ser la interesada en el objeto. La otra persona, mejor si es el chico, tiene que ser pasota y saber fruncir el ceño. La chica hace como que está interesada en algo y pregunta cuanto vale, el chico dice que eso es mucho. El vendedor intentará decirte que cuanto quieres, entonces empiezas a regatear. Si le parece que el precio que dices es mucho, el chico empieza a alejarse andando con el cejo fruncido, y la chica le tiene que preguntar al dueño con cara de pena cual es su «best price». En función de lo que diga el dueño luego te vas o llamas al chico para que venga y pague a regañadientes.  Si te tienes que ir, no pasa nada, casi todo lo que vende una tienda lo vende otra por un precio similar.

Para mejores resultados te recomendamos ser el primer cliente del día, ya que da mala suerte si el primer cliente no te compra nada. También te recomendamos que empieces preguntado por el precio de algo de similar valor que no te interese y que digas que es muy caro antes de preguntar el precio de lo que te interesa.