La Fancy Week de Expensify es siempre la última semana del Offshore, el viaje que estamos haciendo, y consiste en una semana de lujo total en un hotel cojonudo, normalmente cerca de la playa. Esta semana, Expensify nos paga el alojamiento a todos y, como estamos agrupados, también las comidas y otros eventos.
Como es nuestro primer Offshore, no podemos comparar, pero el Intercontinental de Danang es impresionante.
Situado en la península del Sol, que es más bien un cabo, se trata de un hotel compuesto por diversas casitas en la ladera de la montaña, cada cual con un puñado de cuartos. Cuenta con un servicio de carritos de golf que te transportan entre los distintos puntos del resort. La montaña baja hasta acabar en una playa privada de arena dorada donde puedes nadar o practicar deportes acuáticos a cuenta del hotel.
Además de los carritos, hay un pequeño funicular que sube y baja la ladera, parando en los distintos niveles y que se puede coger para llegar a la playa, a recepción, o a uno de los 4 restaurantes, 3 bares, cine, karaoke o discoteca del propio hotel.
La habitación nos toca en el segundo nivel (Sky). Es espectacular y, como todas, con vistas al mar.
Al estar en la montaña, no es raro ver grupos de monos recorriendo los caminos del hotel o visitando el balcón de tu cuarto. Hay que tener cuidado, que tienen las manos bastante largas y te robarán lo que puedan.
Esa misma tarde, a las seis, tenemos la fiesta de bienvenida organizada por Expensify. Nos reciben en la playa con bebidas y cócteles a demanda, mientras, en la propia arena, se empiezan a colocar unas cabañitas que serán los distintos puestos de buffet: carnes, pescados, sushi, platos locales, postres, ¡de todo!
En la zona de aperitivo hay otras cabañitas con actividades típicas vietnamitas: tejido de sombreros, caligrafía, farolillos, cerámica… en general, te dejan llevarte un souvenir.
Cuando empieza la cena, tenemos que pasar a través de unos palos que unas chicas suben y bajan al ritmo de la música. Por lo visto, es un juego tradicional vietnamita. Una chica nos va acompañando de la mano. Ana pregunta si hay que pararse o se hace del tirón y le informan que lo segundo, así que casi tira a la chica que llevaba de la mano al pasar los palos zumbada.
La cena está estupenda y comemos de todo, mientras Alberto va socializando (Ana también, pero para ella es menos obligatorio) y vaciando cervezas. Una vez caen las suficientes, alguien propone es inevitable baño nocturno en el mar. A medio desnudarnos, el personal del hotel nos para. Por lo visto, no nos dejan bañarnos de noche. Tanto lujo pa ná.
Pasada la cenan llegan las copas. Pasadas las copas, la after-party en una de las super-villas del hotel, a pie de playa, con piscina propia y enorme. Después de eso, a dormir, que mañana es domingo y toca dar uso a todo este hotel. Por el camino, descalzo, Alberto se las apaña para pegarse un buen golpe en un dedo del pie. No parece roto, pero va a estar morado una temporada.
El domingo no es menos lujoso que la noche anterior. Expensify nos tiene reservadas las actividades playeras y pasamos un día al sol, nadando, cogiendo olas, haciendo kayak, probando las motos de agua, haciendonos masajes en la playa, todo acompañado por una comida buffet casi al nivel de la cena y barra libre de la que no hacemos mucho uso.
El resto de la semana transcurre de forma similar, pero trabajando. Tras la reunión matutina en una zona reservada del hotel, con su enorme buffet libre de desayuno, Alberto reparte sus horas de curro entre las camas del Loooong Bar del hotel, aclimatadas por unos abanicos automáticos gigantes (se ve que los ventiladores son de pobres) y las hamacas de la playa, mientras Ana se vacía un coco tras otro, con un descansito de vez en cuando para bañarnos en el mar o la piscina.
Las tardes son de agua, de paseo o de aprovechar el la megabañera del cuarto, mientras que las noches son de cena en uno de los restaurantes del hotel con los compañeros de Alberto y, a veces, de algunas copas en uno de los bares.
El único evento a destacar es el día de la carne. En uno de los restaurantes hay ternera wagyu australiana a 0.32 céntimos de euro el gramo. La gracia está en que te traen la pieza de carne entera y una balanza y hay que decirle a la camarera por donde quieres que corte. Alberto quiere conseguir 200 gramos, ya que estimamos que esto más lo otro que hemos pedido en este sitio carísimo nos dejará justo por debajo de los 75 dólares por cabeza que nos paga Expensify para cenar en grupo. Un video vale más que mil palabras:
290 gramos
A parte de esto, hay un par de eventos a destacar, sin embargo, el Fancy Event de Expensify, donde lo lujoso da paso a la extravagancia, y la excursión de Ana a la montaña de mármol, de los que hablaremos en otros posts.