El Fancy Event

El miércoles de la Fancy Week es cuando Expensify lleva todo al extremo con su Fancy Event, o evento de lujo. Una vez más, no podemos comparar con otros años, pero las historias que hemos oído crean altas expectativas.

El trabajo acaba antes ese día, pues los autobuses nos recogen a las tres y media para empezar el evento, de momento, un completo secreto.

Aunque no es obligatorio, se espera que la gente vaya bien vestida (por regla general, camiseta y vaqueros es el uniforme de Expensify), y esto se cumple a distintos niveles. Desde el que pasa de todo y sigue en camiseta hasta los que van de chaqueta y traje largo. Nosotros, como ya comentamos, teníamos algo especial preparado:

Al búfalo no le gustaba nada el traje rojo

Igual para otros años mantenemos la tradición y vamos siempre de traje local.

Los autobuses nos llevan de vuelta a Hoi An, con todos comentando y compartiendo sospechas e ideas sobre lo que nos tienen preparado… y el cielo cayendo sobre nuestras cabezas.

El pronóstico meteorológico había dado rayos y truenos para todo el viaje, consistentemente fallando, excepto hoy. Sara, una de las principales organizadoras del evento, que estaba en nuestro autobús, estaba a punto de llorar.

Pero Alguien ahí arriba nos tenía echado el ojo y, tal como aparca el autobús, deja de llover, aunque nos dan unos ponchos de plástico, por si acaso. Somos los primeros en bajar y, a las puertas, nos esperan decenas de cestas flotantes, cada una con un remero y espacio para dos personas, aglomerándose al borde del río en un espectáculo pintoresco.

Cestas flotantes

Tenemos la suerte de subirnos en la cesta del claro capitán, que lleva un silbato para comunicarse con el resto de los… ¿barqueros? ¿cesteros? mientras lidera la manada.

Nos pregunta de dónde somos, pero ni España ni Spain parecen sonarle. Ana, en un momento de iluminación, le dice: «¡La Liga! ¡Fútbol! Eso ya sí. Ya sabe de dónde somos. Barcelona, Real Madrid, Atlético. Nos tiene ubicados.

Siendo el capitán de las cestas, tiene claramente habilidades de las que otros cesteros menores carecen y quiere lucirlas. Tras preguntarnos y usando el remo único que lleva, empieza a hacer girar la cesta sobre sí misma, al tiempo que la balancea hasta el borde mismo del agua, pero sin que entre ni una gota, todo ello al ritmo de su canción. Llamarlo canción es ser bastante generoso. Decía «La La La» mientras.

Ayudando a remar

Poco a poco, la flota cestera navega río abajo, hasta que, a lo lejos, vemos asomar dos plataformas flotantes, con barras repletas de mojitos, piñas coladas y cervezas por los cuatro costados. Las custodian varias barquitas ocupadas por un barquero y una chica con bandeja. Sobre la bandeja, aperitivo vietnamita: rollitos, pinchos de gamba y wontons. Empieza la noche.

Barquita con aperitivos
Bar flotante

Tras un ratito dando vueltas comiendo, bebiendo y chocando barcas con los compañeros bajo la aguda mirada de un dron que nos sobrevuela cual buitre, se ilumina el siguiente tramo de río y, con él, un grupo de edificios de madera a sus orillas. Como polillas, los cesteros nos llevan a la luz. Desembarcamos, nos despedimos y seguimos un camino de madera, pasando un búfalo de agua, hasta el centro del evento.

Dos «carpas» con largas mesas, lo que será el buffet de cena y unas barras con camareros muy ocupados preparando cócteles y cervezas delimitan el recinto central, con diferentes puestecitos destinados a darnos una pequeña introducción a distintas costumbres y tradiciones de los pueblos de Vietnam. Liderando el lugar, un escenario sobre el cual se prepara un grupo de bailarines de león.

León bailarín

Los puestecitos eran muy interesantes. Cubrían distintas comidas tradicionales, de maíz a infusiones y sopas, que se podían probar, artesanías y otras tradiciones pintorescas.

Jugando a juegos de azar
Origami de hojas

Fue aquí donde probamos la nuez y hoja del betel que, como ya comentamos, tradicionalmente mascan las mujeres (aunque las jóvenes ya no) para fortalecer y volver negros los dientes. El sabor es amargo y la boca, efectivamente, se queda roja. No debimos mascar lo suficiente, porque no nos colocó nada, hay gente que se marea.

Señora preparando el betel
Lengua roja

De las artesanías, observamos y recopilamos varias: sombreros de bambú, esterillas de fibras vegetales coloreadas (que fabricaban usando una especie de telar), cabezas de león…

Tejiendo
Cabeza de león que nos acompañaría el resto del viaje

Lo que más nos gustó fue el tallado de madera, hecho con sándalo y que olía de maravilla. El hombre, ya mayor, venía de un pueblo de carpinteros, que construyó, entre otras cosas, gran parte de Hoi An. Nos contó, como bien pudo, que él era la decimocuarta generación de carpinteros en su familia. Nos iban a regalar una talla al final de la noche, pero otro de Expensify decidió comprar una y, claro, el tío decidió que ya no las regalaba. Inflación turística instantánea.

Carpintería

Nos encantó, también, la infusión que preparaban. No eran hojas de té, no había cartel explicativo y las señoras no hablaban nada de inglés, así que bebimos varios boles de sorpresa.
Ahí mismo destilaban, además, la happy water que probamos con mango. El vino de arroz destilado de unos 50 grados que sirven aquí. Alberto se tomó el chupito reglamentario, pero muchos de Expensify acabaron bastante piripis.

Tras un espectáculo de danza y música tradicionales y una danza leonina muy chula, David, el CEO de Expensify, anunció a los «ascendidos» de la empresa (no es exactamente un ascenso, pero es lo más comparable). A Alberto todavía no le toca. Tras ello, finalmente se nos contó el destino del siguiente viaje: ¡Es….tonia! Se nos quedó cara de tontos a la mitad, que estábamos convencidos de que era España.
España era. Nos tomaron el pelo a todos, hasta al CEO. El año que viene toca jugar en casa.

Tras una copiosa cena y unas cuantas cervezas, subimos al autobús, unos más borrachos que otros, a la after-party en el resort. Habían reservado la disco-pub para nosotros y allí, entre rones, rollitos y minihamburguesas, pasamos el resto de la noche charlando con los compañeros antes de volver a nuestro cuarto.

Aquí os dejamos un video-resumen del evento, que se celebró en Hoi An:

No sé dónde van a encontrar un hotel como el que estamos en España o como van a hacer un evento como este, pero los compañeros de Alberto nos aseguran que los del equipo de organización siempre superan toda expectativa.