Despidiéndonos de Vietnam

Llegamos a Hanoi sobre las nueve y media de la noche. El autobús nos dejó casi en el centro. Sobre esa hora, muchos restaurantes cierran, así que no nos daba tiempo de tomar una fantástica pizza del 4P’s.

Callejeamos y comimos un poco de lo que encontramos en puestos callejeros y en una tienda de alimentación. La verdad es que estábamos muertos de cansancio y pis. Anduvimos con nuestro cansancio, pis y agujetas hasta la estación de tren, que estaba a 40 minutos.

Al llegar, todo estaba cerrado menos la puerta de la estación. Misteriosamente, nuestras cosas seguían allí, en la taquilla destartalada de detrás del mostrador de la mini tienda de la estación antigua.

Dejamos la llave sobre el mostrador, para que la dueña la encontrara al día siguiente y nos dirigimos a descansar. Esta noche dormiríamos en un «hotel» distinto cerca del centro, como nuestro hotel anterior, pero con bañera en el cuarto. Lo que pensamos sería crucial para nuestras patas doloridas.

Nos duchamos y nos fuimos a dormir, sobre la una de la mañana. Ya probaríamos la bañera al despertar.

Al día siguiente nos perdimos el desayuno, pues nos quedamos durmiendo hasta las doce.

Intentamos utilizar la bañera, pero tenía una fuga de agua por algún sitio y dejaba todo el suelo del baño empapado. Fue una tarea imposible. Cuando había menos de un palmo de agua, el agua empezaba a salir fría.

Una vez limpios, deshicimos y rehicimos maletas para recopilar toda nuestra ropa sucia. Muy cerca había una lavandería que estaba genial de precio. La dueña nos dijo que estaría todo limpito al día siguiente.

Pasamos el resto del día paseando tranquilamente por la ciudad, comprando regalitos, y parándonos en distintos cafés a retomar el blog y descansar. En cualquier café (o esquina) en la que había algo bonito, había también una chica y un novio esclavizado a hacerle fotos.

Cenamos una ensalada de papaya (nộm thit bò khô) y también pedimos una especie de pollo frito que, por desgracia, era todo hueso debajo del rebozado. La ensalada estaba más rica.

¡Papaya salad!

Después de cenar, paseamos por el mercado y fuimos a unos bares locales a tomar una cachimba de relax.

Nuestra última mañana, recogimos la ropa de la lavandería, compramos una maleta grande de ruedas para meter todos los souvenires y demás. Y disfrutamos de nuestro último chocolate al huevo como desayuno.

Una vez finalizadas las compras de última hora, preparamos las maletas y nos dirigimos a comer nuestro último Bun Cha. Nos arriesgamos y fuimos a un sitio nuevo para nosotros, del que internet hablaba bien. Era un edificio largo lleno de gente comiendo Bun Cha. Donde cupiera un bol sentaban a una persona. Estaba rico, pero no sabemos si más o menos que Bun Cha Ta. Desde luego Bun Cha Ta es más hogareño y agradable.

Con la tripa llena, nos dirigimos con prisas a nuestra última atracción local, la calle del tren. La calle del tren es un estrecho callejón donde viviendas y comercios ajustan sus quehaceres diarios al horario de los trenes de la estación antigua para evitar ser arrollados por el paso del ferrocarril. Toda una atracción turística.

Como llegamos antes de tiempo, nos tomamos unos cocos esperando al tren en un pequeño local. Los dueños dos ancianos de la zona estaban tan contentos de que nos hiciéramos una foto en su local que nos adornaron con flores y plantas, para que la foto quedase bonita.

Guapos para la foto

Cinco minutos antes de que pasase el tren nos hicieron recoger, levantarnos y apoyarnos contra la pared. Por supuesto, recogieron todas las mesas, sillas, plantas, etc.

Esperando al tren

Un video vale más que mil palabras así que os dejamos el video del tren aquí.

Luego nos relajamos en el café de Harry Potter antes de dirigirnos al aeropuerto.

Aquí llega el final de esta aventura, de la que regresamos con ganas de descansar y volver a casa. Vietnam ha sido una experiencia divertida e interesante, pero ni tan chocante como la India ni tan maravillosa como Japón. Si tenéis la oportunidad de ir a Vietnam, lo primordial es que vayáis a Sappa y/o a otras zonas campestres. ¡Nos vemos en nuestra próxima aventura!