El martes 7 nos levantamos descansados después de haber dormido bastante. El hotel incluía desayuno, así que aprovechamos y comimos un poco para empezar el día, que iba a ser largo, con energía.
Esa tarde partiríamos hacia la quinta estación de la ruta de Fuyinomiya para empezar el ascenso a la cima del monte Fuji. No habíamos visto mucho de la zona, así que decidimos aprovechar unas horas antes de la partida.
Lo primero que hicimos fue localizar la parada de autobús que nos llevaría a la quinta estación. El autobús sale una vez cada hora (aproximadamente) y el último del día parte a eso de las cinco y media de la tarde, así que es importante no perderlo. Tarda aproximadamente hora y media en llegar.
Compramos el ticket, que nos costó un dineral aun con el descuento de comprar el de ida y vuelta (unos 24.5 euros por cabeza). Y, además, nos hicimos con un horario, para ir sobre seguro.
Desde esa misma parada de autobuses cogimos un bus hacia las cascadas Shiraito. Son un conjunto de cascadas a unos 30 minutos de la estación de Fujinomiya. Por tener el ticket de ida y vuelta al monte Fuji, nos hicieron un descuento. Cada trayecto de autobús, de sitios turísticos de la zona nos costaba sólo 500 yenes (algo más de 4 euros) al enseñar el ticket del Fuji (que tiene validez de tres días).
Las cascadas son muy bonitas, merece la pena hacer esta rápida excursión. Hay dos grupos de cascadas en la zona: Otodome y Shiraito. Aunque las Shiraito son las únicas preparadas en condiciones para recibir visitas, podéis ver ambas en menos de una hora con tranquilidad. Después de un paseo por las cascadas, esperamos al autobús unos 15 minutos mientras observábamos los bichos de la zona. Había muchas arañas en los arbustos.
Una vez en el autobús de vuelta a Fujinomiya, decidimos bajar unas paradas antes, puesto que habíamos visto unas calles y un templo con buena pinta en el camino de ida a las cascadas.
El templo en cuestión era el Fujisan Hongu Sengen. Es un templo muy bonito, con un conjunto de pequeños estanques que fluyen hacia el río. Donde los estanques se convierten en riachuelo, los niños se bañan y juegan con pistolas de agua o intentan atrapar peces.
El templo tiene una sección en la que puedes llenar una botella o tu cantimplora con agua sagrada. Nosotros llenamos la cantimplora para luego. Aunque hay gente que dice en Internet que hay que hervir el agua, nosotros no hemos tenido ningún problema bebiendo agua de templos o manantiales en Japón. (No bebáis agua estancada)
Después de pasear por el templo y las callecitas adyacentes, hacemos una última parada en un puesto cercano para comprarnos nuestro bastón del monte Fuji. En las ciudades desde las que puedes iniciar una ruta de ascenso, así como en las distintas estaciones de montaña, puedes conseguir estos bastones. En cada estación, de la quinta en adelante, los distintos refugios de montaña tienen un sello con el que pueden quemar la madera para indicar tu logro. Cada sello vale unos 200 yenes (algo menos de dos euros). En cuanto al bastón, merece la pena comprarlo en el templo. El nuestro, que es el largo, nos costó 800 yenes. En las estaciones cuesta algo más de 1100.
Puesto que las comidas y máquinas expendedoras que puedes encontrar en los refugios del monte Fuji son muy caras, decidimos abastecernos. Compramos tres tipos de dorayakis distintos en una tienda de la zona famosa por sus dorayakis. Hasta la fecha, son los mejores dorayakis que no sean de anko (alubias rojas) que hemos tomado. También compramos un aquarius y sushi. En el supermercado hay cajitas de plástico que puedes llenar con tu sushi favorito. Cogimos 14 piezas de sushi que nos costaron unos 5,5 euros.
Ya sólo quedaba comer. Nos paramos en el mismo restaurante de omuraisu de la noche anterior y nos comimos un omuraisu cada uno. El de Ana con salsa glace y el de Alberto con crema y pimientitos. Además, como el restaurante es famoso por sus tortitas-souflé, nos pedimos una para compartir de postre.
Ahora sí se puede decir que estábamos listos.
A eso de las tres cogimos el autobús hacia la quinta estación. Vimos varios ciervos desde el autobús. y llegamos antes del atardecer a una quinta estación sin mucha gente.