La primera semana de nuestro viaje llega a su fin. Hora de despedirse de Hanoi y emprender una nueva aventura en Hội An. Nuestra despedida no fue grácil, ni alegre, más bien lo contrario. Éramos dos zombies a las tres de la mañana despertando al recepcionista para que nos abriera las puertas y nos diera el desayuno que habíamos encargado. Queríamos llegar al aeropuerto a eso de las cuatro y pico, porque no estábamos seguros de si nuestro vuelo era a las cinco y media o a las seis y media. El trayecto al aeropuerto, supuestamente de cuarenta y cinco minutos, fue de veinte. Además nuestro vuelo resultó ser a las seis y media. Así que nos quedaba un largo rato de espera.
Al poco nos entró hambre, ya que no habíamos cenado la noche anterior. Nuestra tristeza aumentó al descubrir que el supuesto huevo duro de nuestro desayuno estaba crudo y se había desparramado por la bolsa que contenía el resto del desayuno.
Hambrientos y somnolientos esperamos el momento del embarque. Doy gracias a nuestros padres por educarnos en el arte de la paciencia.
Bamboo airlines nos recibió con los brazos abiertos y un desayuno que nos iluminó la cara, pues no esperábamos nada de un vuelo de una hora. Dormimos el resto del vuelo.
Encargamos un Grab que nos llevase a Hội An. Una vez en el hotel, no pudimos hacer el check-in, puesto que eran tan sólo las nueve de la mañana, así que dejamos los trastos y nos fuimos a explorar. La exploración no duró mucho, a la media hora estábamos para el arrastre, hacía un calor espantoso.
Por algún motivo, todos los restaurantes tenían las ventanas y las puertas abiertas, solo de mirar daba agobio. Tuvimos la suerte de encontrar un restaurante que sólo tenía dos ventanas y una puerta, con lo cual no entraba tanto calor, además tenía varios ventiladores activos. Fue el mejor sitio que encontramos para comer. Os dejamos el nombre y dirección: Com Linh, 43 Phan Chu Trinh, Phường Minh An, Hội An, Quảng Nam, Vietnam.
El menú consiste en una amplia variedad de platos de la zona. Nos pedimos un plato con varias especialidades, para probar un poco de todo y una ración de Bánh xèo. El Bánh xèo es una especie de tortilla con gambas y cosas que te dan con láminas de arroz y verduras. La idea es que lo enrolles todo dentro de la lámina de arroz y formes un rollito que puedes luego mojar en la salsa que te dan. Las dueñas nos enseñaron. Está muy rico, y este sitio es el que tiene el mejor Bánh xèo que hemos probado en todo el viaje.
Una vez frescos y llenos de comida rica, emprendimos la ardua tarea de volver al hotel bajo el sol insoportable. A las once y media nos dejaron hacer el check-in y nos fuimos a dormir 4 horas.
A las tres de la tarde, el calor era mucho más soportable, había una leve brisa y todo. Nos dirigimos a explorar de nuevo, aunque no pudimos evitar probar una especia de tortillita de camarón gigante. Como el doble de grande que una normal y con unas gambas de agua dulce en vez de camarones. Al ser de agua dulce puedes comerlas con la piel, cabeza y todo. Estaban muy ricas, nuestra comida preferida de toda la estancia en Hội An.
Hội An es una ciudad preciosa llena de turistas. Al parecer esto no era así hace 7 años. Por aquel entonce,s las casas de la rivera eran de pescadores y el primer piso de las casas era para almacenar aparejos de pesca, la familia vivía en el segundo piso. Ahora los primeros pisos de dichas casas son, en mayor parte, tiendas, restaurantes o cafés y los segundos pisos son restaurantes, cafés u hoteles. Los lugareños viven a las afueras y alquilan sus casuchas de la rivera por un pastizal, más de 1500 dólares al mes.
Tradicionalmente, la gente aquí era muy pobre, y uno de los oficios de la zona era el de remendadora. La gente no tenía dinero para ropa nueva, así que cuando se rompía, la llevaban a arreglar. Con el tiempo y el crecimiento económico del lugar la gente dedicada a estos oficios evolucionó, ahora la mayor parte de las tiendas son sastrerías o tiendas de piel.
Quieras un traje o no,
Hội An es ideal para ti.
Con un traje te irás de aquí,
si no querías ninguno.
Con dos trajes y cuatro cosas más,
si un traje buscabas, te irás.
Si necesitas zapatos, bolso o cinturón,
tampoco hay preocupación.
Entra en una tienda de piel
y deja que te midan el pinrel.
Yo creo que pilláis la idea. En el puesto de la tortilla de camarón nos abordó una señora, la dueña de SU. Y nos convenció para ir a su local. Aunque tiene cosas horribles en el escaparate (destinadas a atraer a la fauna coreana de la zona) también hace cosas bonitas y de calidad, y a buen precio. Encargamos dos trajes de tres piezas ($145 cada uno), una blazer ($60), dos camisas ($22 cada una), un vestido ($70), una torera ($30) y una chaqueta ($50), todo a medida.
Inicialmente queríamos sólo un traje para Alberto, pero no pudimos evitar encargar más. Te dejan elegir todo desde cero, la tela, el interior, los forros, el color de las puntadas, etc. Nos pareció una oportunidad ideal. Como nos mudamos a España, todas nuestras cosas están en un barco en cajas, y resulta que tenemos una boda en Noviembre. Ana y la directora de la tienda dibujaron un vestido en un papel, porque a Ana no le gustaba nada de los catálogos de muestra y no encontraba nada en internet que quisiera. Si les enseñas una foto te hacen exactamente lo que les enseñes.
Fueron muy amables y no estaba nada mal de precio para la calidad del trabajo y de las telas. Miramos reviews on-line del sitio y todo el mundo estaba muy contento. Pagamos parte del precio, pagaríamos el resto al recoger las cosas. Tendríamos que volver dos o tres veces más para retoques y ajustes.
Dos horas y media más tarde, debido a nuestra indecisión, salimos de la tienda y nos dirigimos a un evento social de Expensify. Algunos de los empleados están cenando en un sitio de pollo con arroz.
A nosotros no nos encantó, pero hay gente que vendría aquí casi cada día de la semana.
Después de la cena, fuimos al mercadillo nocturno de la ribera del río, que abre todas las tardes hasta las diez de la noche. La gente estaba muy animada y vimos todo tipo de souvenires, eso sí al doble de precio que en Hanoi.
Aunque parezca mentira, estábamos muy cansados, así que al rato nos fuimos de vuelta al hotel, disfrutando de un espectáculo de luz y color que os contaremos otro día.